Este matcha proviene de las colinas brumosas de Fujian, donde el té en polvo se ha elaborado mucho antes de que el mundo lo llamara “matcha”. Lleva la fuerza tranquila de su origen: hojas cultivadas a la sombra, molidas en piedra hasta obtener un polvo verde fino y calmado que se siente sólido en lugar de llamativo.
El sabor es limpio y constante: una amargura suave que no muerde, un toque de dulzura que aparece solo después de un segundo.
Suficientemente suave para beber a diario, lo suficientemente rico para disfrutarse solo, e inconfundiblemente ligado al lugar donde nació el té en polvo. Esta es la versión de Fujian de una tradición que viajó por el mundo: aún humilde, aún arraigada, aún muy real.